Manuel de Landa

Deleuze, los diagramas y la génesis de la forma



El estudio de diagramas y del pensamiento diagra­mático goza actualmente de un resurgimiento en numerosas disciplinas. Por un lado, existen historiadores de la tecnología que, en su intento por rescatar, de su calidad de rama menor, a los conocimientos de la ingeniería en las ciencias aplicadas, han subrayado la relativa autonomía de sus objetivos y, aún más importante, de sus medios. En este contexto, el énfasis recae sobre un tipo particular de conocimiento –el conocimiento visual– y el rol que ha jugado en el desarrollo de las ciencias de la ingeniería.Por otro lado, hay científicos cognitivos e investigadores de la inteligencia artificial que han expandido recientemente la reserva de recursos representacionales que utilizan para otorgar a sus modelos (o sus robots) habilidades para la solución de problemas. Aquí también el énfasis recae exclusivamente sobre el aspecto visual de los diagramas; por ejemplo, la habilidad de representar figuras geométricas con el fin de transmitirle a un solucionador de problemas, con rapidez, los aspectos cruciales que definirán un problema particular, y así, sugerirle posibles soluciones.

Existen una serie de diferencias entre estos tratamientos a la cuestión de los diagramas y la postura defendida por Gilles Deleuze. La menos importante es que para Deleuze los diagramas no guardan una conexión intrínseca con representaciones visuales. La diferencia realmente significativa es que para Deleuze la actividad de resolución de problemas en la que están involucrados los diagramas no es necesariamente ejecutada por humanos o robots, sino que puede ser instanciada aún incluso por simples sistemas de energía o materia. Por tomar un ejemplo de la física, una población de entidades físicas que interactúan, como las moléculas en una delgada capa de jabón, puede ser contenida energéticamente para adoptar una forma que minimice la cantidad de energía libre. Aquí el "problema" (para la población de moléculas) es encontrar este punto mínimo de energía, un problema que se resuelve de manera distinta en las moléculas de las burbujas de jabón (que minimizan colectivamente la tensión en la superficie) y en las moléculas de las estructuras cristalinas (que minimizan colectivamente la energía de enlace).

El asunto de la existencia objetiva de problemas (y los diagramas que los definen) es un tema crucial para la filosofía de la materia y de la forma en Deleuze. Una filosofía que pretende reemplazar las visiones esencialistas de la génesis de la forma (que implican una concepción de la materia como receptáculo inerte de formas exteriores) con otra donde la materia esté de antemano preñada de capacidades morfogenéticas, de tal manera que sea capaz de generar una forma por cuenta propia. Regresemos al ejemplo anterior: la forma esférica de una pompa de jabón emerge de interacciones entre sus moléculas constitutivas conforme ellas son contenidas energéticamente para buscar el punto en el cual la tensión de su superficie sea minimizada. En este caso, no hay duda de que existe una esencia de la "pomposidad" de la pompa de jabón, que de una u otra manera se impone desde la exterioridad, una forma geométrica ideal (la esfera) que define el contorno de una colección inerte de moléculas. Preferiblemente una forma topológica endógena (un punto en el espacio de las posibilidades energéticas para este ensamblaje molecular) gobierna el comportamiento colectivo de las moléculas individuales de jabón, de donde resulta la emergencia de una figura esférica. Más adelante, la misma forma topológica, el mismo punto mínimo, puede guiar el proceso que genera muchas otras formas geométricas. Por ejemplo, si en vez de moléculas de jabón tenemos los componentes atómicos de un cristal salino ordinario, la forma que emerge de minimizar la energía (enlazando energía en este caso) es un cubo. Otros materiales, en cambio, producen otras formas.

Un caso similar funciona para otras formas topológicas que habitan estos espacios diagramáticos de posibilidades energéticas. Por ejemplo, estos espacios pueden contener circuitos cerrados (técnicamente llamados ciclos limitantes o atractores periódicos), en cuyo caso las posibles instanciaciones físicas de este espacio mostrarán todas un comportamiento isomorfo, una tendencia generada endógenamente para oscilar de modo estable. Ya sea que uno trate con una estructura sociotecnológica (así sea un transmisor de radio o un radar), una biológica (metabolismo cíclico) o una física (una celda de convección en la atmósfera), se trata de un recurso inmanente singular que se implica en sus distintos comportamientos oscilatorios. Como si una "máquina de oscilaciones abstracta" fuera encarnada o actualizada en estos ensamblajes físicos:

En sí misma, una máquina abstracta no es más física o corporal que semiótica, es diagramática (ignora tanto más la distinción entre lo natural y lo artificial). Actúa por materia, y no por sustancia; por función, y no por forma. [...] La máquina abstracta es la pura Función-Materia —el diagrama, independientemente de las formas y de las sustancias, de las ex-presiones y de los contenidos que va a distribuir.

Retomando la idea del filósofo francés Henri Bergson quien, a comienzos del siglo pasado, formula una crítica de la incapacidad que las ciencias de su época tuvieron para pensar lo nuevo, la verdadera novedad, Deleuze llama a la habilidad de ocasionar diferentes instanciaciones físicas que tienen estas formas topológicas (y otras máquinas abstractas): procesos de "actualización divergente". De acuerdo con Bergson, el primer obstáculo fue la concepción mecánica y lineal de la causalidad y el rígido determinismo que se le imprime. Es claro que si el futuro está de antemano dado en el pasado, si éste es esa mera modalidad del tiempo donde posibilidades que han sido determinadas con antelación se realizan, en ese caso,la innovación verdadera es imposible. Para evitar caer en ese error –pensó– hay que luchar por modelar al futuro según un esquema abierto e ilimitado y, a su vez, preñar presente y pasado no solamente de posibilidades que se realizan, sino también de virtualidades que se actualizan.

La distinción entre lo posible y lo real lo asume un conjunto de formas predefinidas (o esencias) que adquieren realidad física en cuanto asumen formas materiales semejantes a las primeras.Desde el punto de vista morfogenético, realizar una posibilidad no agrega nada a una forma predefinida, excepto realidad. Por otra parte, la distinción entre lo virtual y lo actual no involucra semejanzas de ningún tipo (por ejemplo, en el caso anterior, donde un punto topológico se convierte en esfera geométrica), y lejos de constituir la identidad esencial de una estructura dada, lo virtual subvierte esa identidad, puesto que hace emerger estructuras en extremo diferentes, como esferas y cubos, de los mismos puntos topológicos. Para decirlo en palabras de Diferencia y repetición, probablemente el libro más importante de Deleuze:

La actualización rompe tanto con la semejanza como proceso, como con la identidad como principio [...] En ese sentido, la actualización, la diferenciación, siempre son una verdadera creación [...] Para algo potencial o virtual, actualizarse siempre es crear las líneas divergentes que se corresponden sin semejanza con la multiplicidad virtual. A lo virtual le corresponde la realidad de una tarea por cumplir o de un problema por resolver.

Deleuze discute más adelante procesos de actualización de mayor complejidad que burbujas o cristales, procesos como la embriogénesis, esto es, el desarrollo, desde la célula, de un organismo que alcanza una completa diferenciación. En este caso, el espacio de posibilidades energéticas es más elaborado, involucra varias formas topológicas virtuales que rigen dinamismos espacio-temporales:

¿Cómo se produce la actualización en las cosas mismas?[...] Más profundas que las cualidades y las extensiones actuales, [que las cosas mismas], son los dinamismos espacio temporales [...] Es preciso hacer [su] relevamiento en todo dominio, aunque estén ordinariamente recubiertos por las extensiones y cualidades constituidas. Los embriólogos muestran claramente que la división de un huevo en partes es secundaria en rel3ación con movimientos morfogenéticos de muy otra significación, aumento de superficies libres, estiramiento de las capas celulares, invaginación por plegamiento, desplazamientos regionales de los grupos. Aparece toda una cinemática del huevo, que implica una dinámica.

En Diferencia y repetición, Deleuze hace constante uso de estos espacios de posibilidad energética (a los que se refiere técnicamente como "espacios de estado" o "espacios de fase") y de formas topológicas (o "singularidades") que dan el contorno a esos espacios. De hecho, los diagramas de fase son el primer tipo de diagrama utilizado por Deleuze. Veremos adelante que más tarde en su propia obra, se discuten otros tipos de diagramas más complejos. Puesto que estas ideas reaparecen en sus trabajos tardíos, y puesto que los conceptos de fase, espacio y singularidad pertenecen a las matemáticas, es inofensivo decir que un componente crucial del pensamiento deleuziano proviene de la filosofía de las matemáticas. En efecto, el capítulo cuatro de Diferencia y repetición sirve de meditación sobre la metafísica del cálculo diferencial y el integral. Dado que los espacios de fase y las singularidades se tornan físicamente significantes únicamente cuando entran en relación con sistemas materiales atravesados por un fuerte flujo de energía, la filosofía de Deleuze también se relaciona íntimamente con la rama de la física que discute flujos materiales y energéticos, esto es, la termodinámica. El capítulo cinco de Diferencia y repetición opera como crítica filosófica de la termodinámica decimonónica, a la vez que resulta un intento por recuperar ciertos conceptos clave de aquella disciplina, necesarios para una teoría inmanente de la morfogénesis.

Al principio del capítulo, Deleuze introduce algunas distinciones claves que van a figurar con prominencia en el resto de su obra (específicamente el concepto de intensidad), pero más importante aún, revela sus compromisos ontológicos en la primera página. Desde Kant, la tradición acostumbra distinguir entre el mundo como se nos prepresenta a nosotros los seres humanos, o el mundo de las apariencias y los fenómenos, y el mundo tal como existe en sí mismo, independientemente de que haya un observador humano que interactúe con él. El mundo "en sí mismo" es designado como "noúmeno". Un vasto conjunto de pensadores contemporáneos, en particular aquellos que se hacen llamar posmodernos, no creen en los noúmenos. Para ellos, el mundo se encuentra socialmente construido, y por consiguiente, todo lo que contiene son fenómenos definidos lingüísticamente. Aún cuando muchos de estos pensadores se declaran anti-esencialistas, comparten con el esencialismo una visión de la materia como material inerte, sólo que en su caso la forma no proviene de un cielo platónico, o del intelecto de Dios, sino de las mentes humanas (o de convenciones culturales que se expresan por medio del lenguaje). El mundo es amorfo, y nosotros lo seccionamos en formas por medio del lenguaje. Nada podría estar más lejos del estilo deleuziano de pensamiento que este relativismo posmoderno del lenguaje. En realidad, Deleuze es un filósofo realista, que no sólo sostiene la existencia autónoma de formas reales (la forma de las rocas, las plantas, los animales, etc.) sino también de formas virtuales. Deleuze escribe en las primeras líneas del capítulo cinco, donde introduce la noción de intensidad:

La diferencia no es lo diverso. Lo diverso es dado. Pero la diferencia es aquello por lo que lo dado es dado [...] La diferencia no es el fenómeno, sino el más cercano noúmeno del fenómeno [...] Todo fenómeno remite a una desigualdad que lo condiciona [...] Todo lo que pasa y aparece es correlativo de órdenes de diferencias, diferencia de nivel, de temperatura, de presión, de tensión, de potencial, diferencia de intensidad.

Si me lo conceden, voy a ilustrar esta idea con un ejemplo usual de la termodinámica. Si uno crea un contenedor separado en dos compartimentos, y después llena uno de los compartimentos con aire frío y el otro con aire caliente, en ese momento uno crea un sistema que expresa una diferencia de intensidad, que en este caso se presenta como temperatura. Entonces, si uno abre una pequeña ranura en la pared que separa los compartimentos, la diferencia de intensidad causa la eclosión de un flujo espontáneo de aire que va de un lado al otro. Incluso cuando la forma que emerge es demasiado simple, es en ese sentido que las diferencias de intensidad son morfogenéticas. Tanto los ejemplos de la pompa de jabón y el cristal salino como los pliegues y los estiramientos a los que un embrión es sometido, son generados por principios similares. No obstante, en la página que sigue a la cita de arriba, Deleuze argumenta que, a pesar de esa importante intuición, la termodinámica del siglo xix no puede proveer los elementos que se necesitan para fundar una filosofía de la materia. ¿Por qué? Porque esa rama de la física se volvió una obsesión por las formas de un equilibrio final a expensas de la morfogénesis que, conducida por la diferencia, da lugar a esas formas. Pero tal como Deleuze argumenta, el rol de las singularidades virtuales, la diagramática y la problemática naturaleza de la realidad, sólo pueden ser comprendidas durante el proceso de morfogénesis, es decir, antes de que la forma final se actualice, antes que la diferencia desaparezca.

El defecto de la termodinámica del siglo xix fue pasar por alto el rol que juegan las diferencias de intensidad en la morfogénesis, para concentrarse en la forma de equilibrio que emerge una vez que la diferencia de origen ha sido cancelada. Ello ha sido corregido por una versión más reciente de esa rama de la física, etiquetada adecua­damente "termodinámica del no-equilibrio". Aunque Deleuze no se refiere explícitamente a esa nueva rama, está claro que la termodinámica del no-equilibrio se encuentra a la altura de todas las objeciones que formula contra su complementaria, la termodinámica decimonónica. En particular, los sistemas estudiados en esta nueva disciplina son atravesados continuamente por fuertes flujos de energía y materia, flujos que no permiten la cancelación de las diferencias de intensidad, en otras palabras, flujos que mantienen las diferencias impidiéndoles cancelarse a sí mismas. Solamente en las condiciones del no-equilibrio aparece la variedad inmanente de formas topológicas (sea en estado estacionario, cíclico o de atracción caótica). Sólo es en esta zona de intensidad que la morfogénesis conducida por la diferencia converge con ella misma, y la materia se vuelve un agente material activo, uno que no precisa de una forma que se le imponga desde el exterior. Si regresamos una vez más al ejemplo del embrión en desarrollo descubrimos que el adn, aún cuando tutela el proceso, no contiene, como alguna vez se creyó que lo hacía, el cianotipo para la generación de la forma final del organismo, idea que implicaría una exterioridad que hereda su forma a una materia inerte por medio de los genes. La manera moderna de comprender ese proceso se figura que los genes desmigajan la forma de una materia activa, es decir, la función de los genes y sus productos se reduce ahora a limitar y canalizar la variedad de procesos materiales que ocurren en aquella zona diagramática de no-equilibrio, donde la forma es fruto de la espontaneidad.

Antes vimos que Deleuze, en su definición de diagrama, hace una distinción entre sustancia y materia y otra entre función y forma. Ahora podemos dar una mejor caracterización de esas distinciones. Mientras que la sustancia es un material formado, la materia que entra en un diagrama es "contenido-materia que ya sólo presenta grados de intensidad, de resistencia, de conductibilidad, de calentamiento, de estiramiento, de velocidad o de retraso." En otras palabras, se trata de cualquier material en estado de no-equilibrio con acceso a la misma reserva inmanente de recursos morfogenéticos. Ahora bien, el vector o campo tensor que constituye un diagrama de espacio en fases –junto con singularidades topológicas que lo estructuran– sirve como imagen para una función diagramática sin forma definida, "expresión-función que ya sólo presenta –tensores, como en una escritura matemática, o bien musical."

Para completar mi caracterización de la teoría de diagramas de Deleuze y su rol respectivo en la génesis de la forma, me gustaría explorar en que manera sus posteriores colaboraciones con Félix Guattari han extendido sus ideas básicas. En el libro escrito en conjunto Mil Mesetas, desarrollan teorías de la génesis de dos tipos de estructuras muy importantes: los "estratos" y "conjuntos autoconsistentes" (o, respectivamente, "árboles" y "rizomas"). En esencia, los estratos emergen de la articulación de elementos homogéneos, mientras que los conjuntos auto-consistentes, como tal, emergen de la articulación elementos heterogéneos.

Ambos procesos disponen de la misma "actualización divergente" que caracterizaba el proceso más simple detrás de la formación de pompas de jabón y cristales salinos. En otras palabras, ambos procesos comparten la forma virtual (máquina abstracta) que subyace al isomorfismo de las formas que resultan de hecho. Comencemos por definir, en breve, el proceso detrás de la génesis de estratos geológicos, específicamente, de rocas sedimentarias, así como la piedra caliza o la arenisca. Cuando uno mira con atención estos sedimentos de roca sobre un panorama montañoso, una característica sorprendente es el hecho de que cada sedimento contiene otros sedimentos nuevos, cada uno compuesto de pequeños guijarros cuyo tamaño, figura y composición química son casihomogéneos.A estos sedimentos se les llama "estratos".

Dado que los guijarros no se producen por un estándar de tamaño y figura, algún tipo de mecanismo de sorteo parece ser indispensable para explicar esta improbable distribución, algún dispositivo especial que tome una multiplicidad de guijarros con cualidades heterogéneas y los distribuya en formas más o menos uniformes. Una posibilidad descubierta por los geólogos involucra ríos que actúan como máquinas estratificadoras. Los ríos transportan material rocoso de su cause a la desembocadura donde esos materiales van a acumularse. Durante el proceso, guijarros de tamaño, peso y figura variables, tienden a tener reacciones diferentes frente al agua que los transporta. Las diferentes reacciones al agua en movimiento que sortean los guijarros, hacen que los pequeños lleguen al mar antes que los más grandes; a este proceso se le llama sedimentación. A parte de la sedimentación, una segunda operación entra en juego para transformar estas colecciones de guijarros sueltos en una entidad de escala más amplia: una roca sedimentaria. La operación consiste en cementar los componentes sorteados, operación que queda a cargo de ciertas sustancias disueltas en el agua que penetran el sedimento a través de las brechas entre los guijarros. Mientras esta solución percolada se cristaliza, consolida en una estructura "arquitectónica" más o menos permanente las relaciones espacio-temporales entre guijarros.

La doble articulación antes referida —sorteo y consolidación— puede ser hallada a su vez en las especies biológicas. Especies que se forman por la lenta acumulación de material genético. Genes, que claro, no son meramente depositados al azar, sino que son clasificados por una variada selección de tensiones, que incluye al clima, la actividad de predadores y parásitos, y los efectos de la elección femenina o masculina durante la cópula. En un sentido muy estricto, los materiales genéticos se "sedimentan" tanto como lo hacen los guijarros. Más adelante esta endeble colección de genes puede perderse (como los guijarros sedimentados) bajo condiciones drásticamente alteradas (así como el comienzo de un era glaciar) a menos que sean consolidados juntos. Esta segunda operación es ejecutada por "aislamiento reproductivo," o sea, por la clausura de una reserva genética, que sucede cuando dado el subconjunto de una comunidad reproductiva, éste es incapaz de aparearse con el resto. Por acumulación selectiva y consolidación aislada, una población de organismos individuales llegan a formar una entidad de mayor escala: una nueva especie individual.

A su vez, podemos encontrar estas dos operaciones (y por consiguiente el mismo diagrama virtual) en la formación de clases sociales. Hablamos de "estratos sociales", poco más o menos, cuando una sociedad dada posee varios roles diferenciados que no son accesibles para todos por igual, y cuando un subconjunto de tales roles (por ejemplo, aquellos de los que dispone únicamente la élite) se apropia del control de los recursos materiales y energéticos clave. En la mayor parte de las sociedades los roles se "sedimentan" por varios mecanismos de sorteo y clasificación, y aún así, no en todas ellas, la clase se convierte en una dimensión autónoma de la organización social. En muchas sociedades la diferenciación de élites no es extensiva (no constituye un centro cuya periferia excluida se conforma del resto de la población), las plusvalías no se acumulan (puede que se destruyan en festines rituales) y las relaciones primordiales (de consanguinidad y alianzas) prevalecen.Una segunda operación es, por tanto, necesaria: el criterio informal de sorteo ha de fundarse en una interpretación teológica y una>definición legal. En pocas palabras, para transformar una acumulación de roles tradicionales clasificada de modo impreciso en una clase social, se requiere que el sedimento social se consolide vía codificaciones teológicas y legales.

¿Hay también un diagrama virtual detrás de la génesis de los tejidos? En el modelo propuesto por Deleuze y Guattari, hay elementos en este otro diagrama virtual, de los cuales dos son particularmente importantes. Primero, un conjunto de elementos heterogéneos converge por medio de una articulación de superposiciones, esto es, una interconexión de diversos elementos que se superponen. En segundo lugar, se necesita una clase especial de operadores, o elementos intercalares, para producir este ensamblaje por conexiones locales. ¿Es posible encontrar instancias de este diagrama en la geología, la biología o la sociología? Acaso el ejemplo más claro sea el de un ecosistema. Mientras que una especie puede ser una estructura muy homogénea, un ecosistema trae a colación una inmensa variedad de elementos heterogéneos (animales y plantas de diferentes especies), que son articulados por ensamblaje, es decir, por lo complementario de sus funciones. Puesto que uno de los muchos rasgos de los ecosistemas es la circulación de energía y materia en forma de comida, la complementaridad en cuestión es alimenticia: predador-presa o huésped-parásito vienen a ser unos de los ejemplos más comunes. En esta situación las relaciones simbióticas pueden actuar como elementos-intervalo que, al establecer ensambles locales, asisten el proceso de construcción de redes de comida. Ejemplos de esto son las bacterias en las entrañas de muchos animales, en virtud de las cuales ellos pueden digerir, o el fungi y otros microorganismos que conforman la rizosfera, las cadenas subterráneas de comida que entrelazan las raíces de las plantas con el suelo.

La geología también contiene actualizaciones de esas operaciones virtuales, un buen ejemplo viene a ser el de las rocas ígneas. A diferencia de la arenisca, las rocas ígneas como el granito no son resultado de una sedimentación y cementación, sino el producto de un proceso de construcción muy distinto, que se forma directo del enfriamiento del magma. Conforme el magma se enfría, sus diferentes elementos se separan al cristalizarse en secuencias: aquellos que se solidifican primero sirven de contenedores a los que adquieren su forma cristalina después. Bajo circunstancias como estas lo que resulta es un conjunto complejo de cristales heterogéneos que se ensamblan unos con otros, dándole al granito su fuerza superior. Aquí, los elementos intercalares incluyen cualquier cosa que produzca articulaciones locales al interior de los cristales, incluyendo los centros de nucleación y ciertos defectos lineales llamados dislocaciones, así como la articulación local entre los cristales, cuando se trata de eventos que ocurren en la interface entre líquido y sólido. Así pues, del granito podemos decir que es la instancia de un tejido.

En la esfera socioeconómica, los mercados precapitalistas pueden ser considerados ejemplos de tejido cultural. En muchas culturas los mercados semanales se han asentado tradicionalmente en sitios de encuentro para distribuir necesidades y ofertas heterogéneas. Los mercados conectan personas al acoplar demandas complementarias, esto es, al ensamblarlas sobre la base de sus ofertas y necesidades.Puede que el dinero, incluso si se habla de dinero primitivo así como bloques de sal o conchas de cauri, ejecute la función de elementos intercalares: al contrario, en el puro trueque, la posibilidad de encuentro entre dos demandas que se acoplen con exactitud y al azar es muy baja. Cuando el dinero está de por medio, esos encuentros por azar se hacen innecesarios y las demandas complementarias pueden hallarse una con otra a distancia, por decirlo así.

En consecuencia, tanto de la arenisca como de las especies animales y las clases sociales se puede decir que son actualizaciones divergentes de un proceso virtual de "doble articulación" que hace converger juntos a componentes homogéneos. Granito, ecosistemas y mercados son actualizaciones de un proceso virtual que vincula elementos heterogéneos intercalándolos y ensamblándolos. Es más, para Deleuze y Guattari el diagrama detrás de la génesis de tejidos se relaciona directamente con las menos complejas máquinas abstractas que animan a la materia intensa, no-equilibrada.

Ya no se trata de imponer una forma a una materia, sino de elaborar un material cada vez más rico, cada vez más consistente, capaz por tanto de captar fuerzas cada vez más intensas. Lo que convierte a un material en algo cada vez más rico es lo que hace que se mantengan unidos los heterogéneos, sin que dejen de serlo.

Dadas las íntimas conexiones entre la materia intensa y el concepto de lo diagramático, parece haber una oposición entre estructuras estratificadas y estructuras que reproducen diagramas. Sin embargo Deleuze y Guattari insisten en que es importante no tratar la dicotomía de los estratos y los conjuntos auto-consistentes como una tipología estática. Ni los tejidos ni los estratos se presentan en forma pura, y más que nada hacemos frente a mezclas e híbridos de ambos.Más allá de eso, procesos diagramáticos, auto-organizados, participan en la creación de estratos (por ejemplo, los ríos que distribuyen los guijarros o la cristalización de soluciones percoladas que se cementan una a otra), y los elementos homogéneos sorteados pueden funcionar como elementos intercalares (aquí se puede ofrecer como ejemplo el Internet, un verdadero tejido de redes hecho posible por la existencia de estándares homogéneos, así como los del html). Por consiguiente, es mejor imaginarse esta dicotomía como continua, caracterizada por un lado, por lo más jerárquico de estructuras satisfechas, y por el otro, en la materia intensa pura al límite de la desestratificación, eso es, sobre el plano de consistencia. Tal como Deleuze y Guattari lo describen:

No obstante, no podemos contentarnos con un dualismo entre, por un lado, el plan de consistencia, sus diagramas o sus máquinas abstractas, y, por otro, los es-tratos, sus programas y sus agenciamientos concretos.Las máquinas abstractas no existen simplemente en el plan de consistencia en el que desarrollan diagramas, ya están presentes, englobadas o encastradas en los estratos en general [...] Hay, pues, como un doble movimiento: uno por el que las máquinas abstractas actúan sobre los estratos, y hacen que constantemente algo se escape de ellos, otro por el que son efectivamente estratifica-das, capturadas por los estratos. Por un lado, los estratos nunca se organizarían si no captasen materias o funciones de diagrama, que ellos formalizan [...] Por otro lado, las máquinas abstractas nunca estarían presentes, incluso ya en los estratos, si no tuvieran el poder o la potencialidad de extraer y de acelerar signos-partículas desestratificados (paso al absoluto).

A esta altura debería estar claro que hablar de la "estratificación" de máquinas abstractas es sencillamente otra manera de discutir la actualización de lo virtual, o bien, que la teoría de diagramas desarrollada en Mil Mesetas ya estaba presente en la obra temprana de Deleuze.En efecto, podría ir tan lejos como para afirmar que esta teoría ha sido desarrollada en mayor detalle dentro de Diferencia y repetición, y que este libro constituye la principal reserva de recursos conceptuales necesarios para aproximarse al pensamiento diagramático. En el prefacio a la edición inglesa, Deleuze llama a Diferencia y repetición el primer libro donde habla por voz propia y proclama que todo aquello que hubo escrito antes (incluyendo sus colaboraciones con Guattari) conduce de vuelta a ese volumen. Y en efecto, se refiere al capítulo tercero del libro (donde presenta su propia "imagen del pensamiento") como "el más necesario y concreto, que además sirve para introducirse en libros subsecuentes". En ese capítulo, Deleuze propone que pensar no consiste en solucionar problemas (como sugieren la mayor parte de los diagramas y el razonamiento diagramático), sino lo contrario, que dada la existencia real (aunque virtual) de problemas en el mundo en sí, pensar consiste en formular problemas, es decir, enmarcando los problemas correctos en vez de solucionarlos. Es sólo por medio de una hábil formulación de los problemas que podemos empezar a pensar diagramáticamente.

Traducción del inglés: Ilya Semo Bechet