Desventurados los que divisaron

a una muchacha en el Metro

y se enamoraron de golpe

y la siguieron enloquecidos

y la perdieron para siempre en la

multitud.

Poque ellos serán condenados

a vagar sin rumbos por las estaciones

y a llorar con las canciones de amor

que los músicos ambulantes

entonan en los túneles.

Y quizás el amor no es más que eso:

una mujer o un hombre que

desciende de un carro

en cualquier estación del Metro

y resplandece unos segundos

y se pierde en la noche sin nombre.

 

Óscar Hahn

 

SUMARIO