Número 91

Poemas

Luis Rat

Interexistencias


Una flor no es una flor
Es más bella que sólo una flor
Una flor es la tierra que la sostiene es el viento que la acaricia
y transporta sus secretos a otros oídos una flor es el agua, el sol, el aire,
el tiempo, la abeja, que la subyacen
y sueñan
son los ojos que la miran
una flor es una red, hecha de otras redes
que, a su vez, se unen a muchas redes en el río del tiempo
y forman la red total de alegría y muerte
el tejido de la vida
cuando el hombre enamorado arrancó la flor para su flor amada
no arrancó sólo una flor
quizá su flor tampoco era sólo una flor
nunca pensó que al arrancar la flor
arrancó, también, nuestras raíces
y ahora andamos como flores nómadas
sin tierra, y sin tiempo
marchitos.


El animal insatisfecho


Lo teníamos todo
los cuerpos bailaban al ritmo de los acordes
de la música del cosmos
eran otros tiempos, miradas desnudas poblaban el mundo
el mundo no era un mundo, había un mundo en cada rincón
un misterio en cada roca, en cada presencia
florecían signos pacíficos junto al matorral
sin mucho esfuerzo podías escuchar el canto de la tierra
el arrullo palpitante del corazón de vida
la pasión andaba suelta, brincando por el monte,
cual cabra delirante. La caricia no entendía razones
era ciega, y escapaba del corral cada que tenía hambre
el hombre no escarbaba abismos en su mente
ni escarbaba la tierra para buscar valor
para encontrar avaricia brillante, plateada, negra humeante
le bastaba con la belleza que germinaba en las cuatro direcciones
una belleza sin tiempo, eterna, interminable, inconmensurable
que se entretejía por todos lados, hasta trenzarse con su alma
desde entonces hemos caminado mucho
pero hemos recorrido poco
el hombre caminó rápido, arrastrando pesados lastres existenciales
dominó la tierra y enjauló su mente
encerró la cabra y oprimió al inocente
escarbó las entrañas de la tierra para exprimir el último suspiro de vida
y desató demonios, encontró enfermedades, despertó la avaricia
descompasó, perdió el ritmo, y pervirtió todo el baile
exterminó muchos mundos de este mundo,
solo, quedó solo en un mundo espejo, soporífero, furibundo
que se muere de no respetar.

Sobre el autor
Luis Fernando Gálvez Bailón. Sociólogo. Profesor, amante de la naturaleza y militante en la lucha por la libertad de todos los animales.