Número 83

Remisión espontánea

Claudia Emerson

 

         hasta el final—

              o en medio—

 

nadie sabe,

           de una fiebre, extrema,

                  sin relación con el cáncer:

 

desaparece la leucemia de una niña

         cuando se despierta

               de una varicela, el tumor

 

de una mujer disuelto

        en su pecho luego

             de que el calor la consume

 

dos días completos. Tal vez

       esa remisión es el resultado

                  de la tosca sorpresa

 

de la enfermedad arcaica,

        negligente, casi todas las fiebres,

               ahora, son obsoletas— el polio,

 

la rubeola, la influenza,

          cosas del pasado,

                del frasco y las jeringas.

 

Y así, por qué no,

       me pregunto cómo

              podría engendrarla,

 

inmunizada

    como estoy contra

            todo excepto lo que

 

se ha apoderado

       de mí. Idiopático

             debe ser, entonces,

 

algo como un enemigo

       propio, forjado dentro de mí,

                 desconocido.

 

Podría enterrarme

        a mí misma en una zanja

                   hecha de carbón

 

y cenizas, como

         cuando mi padre hacía fuego;

               podría envolverme

 

en una quemadura

      de vapor; podría inyectarme

            a mí misma de malaria,

 

el calor incansable

       de una selva sin nombre—

             hacer, de algún modo,

 

que la velocidad del calor

      sea tan intensa, y que decida

             volverme clara

 

y radiante, la piel de mi cráneo,

       mi cráneo una nube

              como un diente de león

 

con su aura enloquecida

          de semillas, lo que me enseñaron

                     cuando era pequeña

 

a soplar

      como una flama, los palitos

           de semilla que quedaban

 

mi madre me dijo

          que los interpretara como el tiempo.

                    Y cuando despierto

 

como en la cama

     de mi niñez, ya se habrá

             roto, todo,

 

el velo de agua

         sembrada sobre mi ceja

               una señal ahí: algo

 

atomizado, desterrado,

        ahora, explotado,

               por el incendio que se ha

 

convertido en el Dios en mí.

 

Versión al español:

Dante A. Saucedo

 

© Claudia Emerson, «Spontaneous Remission», en Southern Review, vol. 52, núm. 1, invierno de 2016, pp. 158-160.