Número 4

Desdoblamientos

David Huerta

Serie de obligaciones

1. Poema de Gottfried Benn

Tenía que irme pero un poema de Gottfried Benn
me detuvo en el arranque de ese impulso
no saben ustedes qué poema terrible

Una flor se deshacía en medio de una autopsia
y el doctor que había abierto el cadáver
veía cómo los pétalos se atoraban en las vísceras

También los guantes del médico se llenaban
de pétalos y de sanguaza era todo impresionante
pero sólo era un poema y yo tenía que irme

No sé si me fui pero las imágenes de ese poema
de Gottfried Benn —por lo demás una figura
no muy simpática— no se fueron se quedaron aquí

Cómo se quedaron aquí esas imágenes las huellas
de esas figuras desgarradas es algo que deberé
investigar no será fácil lo sé pero debo hacerlo

 

2. Fábula de Narciso

Tenía que asomarme a doscientos espejos
pero un agua embebida en imágenes de Narciso
me detuvo con una sensualidad egocéntrica

Pensar en uno mismo demasiado es un pecado
no hay que hacerlo de ninguna manera está mal
imagínense contemplar de ese modo la propia imagen

El pecado de Narciso se volvió un complejo
para los psicólogos y psicoanalistas
que nunca leyeron a Ovidio la historia es diferente

Los espejos a los que tenía que asomarme
estaban secos y olían a sal por eso el agua narcisista
fue un alivio una relampagueante frescura

Espero que entiendan ustedes que no podía yo irme
el agua era demasiado generosa conmigo
me perdonaba esos detalles de autocontemplación

El agua virginal que me cubrió en ese momento
en lugar de los espejos el agua especular
en la que he estado viéndome desde entonces

 

3. Cantar del dinero

Tenía que pagar esto y aquello los impuestos
y las deudas y los servicios de televisión por cable
la ciudad era siempre demasiado grande

No tenía tiempo de pagarlo todo si fuera millonario
podría contratar un servicio de entrega con mensajero
pero tengo que ir personalmente a los bancos y oficinas

No alcancé las ventanillas abiertas y tuve que esperar
al día siguiente a los días siguientes que crecían
a un ritmo exponencial no sé qué quiere decir eso

El dinero el dinero esa cosa obsesionante y sucia
o sucia por obsesionante y sobre todo porque falta
o falta en absoluto o falta en las cantidades deseadas

Hay una relación extraña entre el dinero y el deseo
y la necesidad no seré yo quien investigue a fondo
estas cuestiones que deben venirle bien a los Profesores

Un escritor peruano solía decir que el dinero
no produce la felicidad pero en cambio produce
un estado tan parecido que es difícil ver la diferencia

Supongo que es una buena broma pero el dinero
es el «nervio de la guerra» la abstracción más sanguinaria
el arma más poderosa el argumento contundente

Yo escribo poemas entre otras razones para no tener
que cantarle al dinero pero ya ven ustedes
allá arriba dice Cantar del dinero algún día tenía que pasar

 

4. Épica de la conferencia

Tiene uno que sentarse ante un montón de personas
que no conoce y tratar de ser a la vez amable
y enciclopédico y también agudo sin ser cargante

De ser posible se recomienda tratar con todo cuidado
de hacer reír a esas personas pero no demasiado
hay que abordar asuntos serios y hacerlo seriamente

De lo que se trata es de honrar el conocimiento
y difundirlo con orden y claridad muy respetuosamente
sin excesos ni complacencias con método y sindéresis

Cuántas necedades preferiría besar a mi mujer
conversar con alguno de mis amigos pero
tengo que dar esta conferencia y siento un peso enorme

Arjuna Alejandro Bonaparte Kutuzov no sé si dieron
conferencias pero yo siento algo parecido supongo
a lo que ellos sentían antes de entrar en acción

Quizá no es para tanto lo malo es que hay que fingir
un poco o mucho todo depende del público y el ambiente
lo mejor de todo es cuando termina la conferencia

No ha habido sangre pero sí hubo un trayecto épico
desde las escaramuzas al preparar la conferencia
hasta la conflagración en plena lectura y luego ese final

Es verdad al final escucho violines y siento la frescura
del agua la brisa del mar la luz del mediodía
y es solamente que ya terminó por fin por fin la conferencia

 

5. Necesidad de la memoria

Tiene uno que recordar lo que tiene que recordar
aunque duela de pronto surgen fantasmas
de boca torcida y ojos siniestros en la memoria

Pero hay que hacerlo aunque no nos guste
sólo de esa manera podremos pagar tantas deudas
con el tiempo el devenir los fenómenos la sociedad

Sé que estoy hecho de memoria y olvido
un poeta llamado Emilio Prados me lo enseñó
ese tejido es delicado y debe estar a punto

Hay que recordar reconstruirlo todo y además vivir
hay quienes dicen que esta necesidad de pasado
es enfermiza pero hay quienes dicen que es pura salud

Los historiadores dicen que hay una gran necesidad
de la memoria pero inventan tantas cosas
es sorprendente cuánto son capaces de maquinar

Esto me lo enseñó un gran historiador arabista
por más señas y no lo he olvidado no lo invento
está en un libro depósito de los recuerdos humanos

La memoria tiene una musa la principal
su nombre es Mnemosine difícil de recordar
si no lo sabían ahora lo saben no lo olviden

 

6. Llego y me voy

Como el Perro Negro de Stevenson llego y me voy
tenía que llegar y luego irme para llegar
a otro lugar a otro lado desde todos lados

Es un viaje incesante un viaje interminable
lo peor es que hay que hacerlo hay que moverse
con la brisa y como la brisa con premura y agilidad

No sé por qué ven cierta grandeza en esto de viajar
yo preferiría quedarme leyendo en mi casa
pero en los viajes he llegado a leer novelones excitantes

Durante una época iba de aquí para allá
había una novela de Jack Kerouac On the Road
la leímos y nos entró un cosquilleo y nos fuimos por ahí

Ya regresé o no he regresado alejarse quedarse volver
partir de nuevo ahí está toda la mecánica social
según César Vallejo yo no lo sé pero quizás es cierto

Tenía que irme ya he vuelto no sé si es verdad esto
no me hagan mucho caso levanto un pie y no sé
si al momento siguiente voy a levantar el otro Ω


La segunda persona

uno

Singladura de la gramática en tardes bobas pero
a la vez acantilado para despeñarse abismo tenue
donde las luces que brillan son engañosas
un paradigma del infierno debajo de la sintaxis
una convexidad de la inteligencia que desafía
y colma y se manifiesta como exceso y como majestad

oh segunda persona oh segunda persona vertebral
oh segunda persona enguirnaldada y celebratoria

 

dos

En el agua del amor se pierden estas voces
en el fuego se pierden nada las detiene
sino otra voz la voz que dice yo la voz
que dice nosotros y entonces llega el plural
nosotros dicen nosotros o decimos como sea

pero esta persona gramatical que luego llega
con su traje de violencia vespertina para borrar
toda bobería la torpeza de la segunda persona

nadie lo entiende sólo ella la segunda persona
va en femenino pero puede ser él puede ser
el rotundo paso de Sidney Greenstreet
entre las cortinas del teatro a oscuras
y entonces tienes que decirle tú usted
vos todo esto no vale hay que poner comillas

hablas en segunda persona sin convicción
hablas en medio de estas siniestras celebraciones
lo único que sucede es que has dejado de creer
en tantas cosas tienes que hablar con más convicción

largas vibraciones donde las personas se eclipsan
se emborronan se difuminan tú yo vosotros
todo cambiado continuamente en la muchedumbre
de las ficciones y las transgresiones gramaticales y reales

la segunda persona en realidad es para ti
la primera persona ésta que ves y vas tocando

 

tres

Qué desdoblamiento encima de la luz jaspeada
de olores a menta y albahaca. Estabas aquí
y en dos segundos de fiesta no estabas ya aquí
sino que ella —a la que llamaste «tú»— apareció

y entonces la fiesta fue una lejanía y tuviste
ante los ojos esa cara ovalada a la que le faltaba
serenidad pero te miraba con unos ojos color violeta
y por eso entendiste que la segunda persona

se encajaba en ti, en tu individualidad, en tu singularidad,
esos tiliches ficticios de la primera persona,
fue cambiando el clima, cambió también el color
de los cielos que se multiplicaron y te diste cuenta

de cuánto hacía falta para abarcar el minucioso mundo:
emprender esta investigación de las máscaras
de la Persona, calar en la Gramática, conocer los cuerpos
y sus números, abrirse a esas luces jaspeadas

que ahora te bañan como una curación apetecida,
esperada, forma de la esperanza, vehículo de revelaciones,
larga vía de la similitud, continente de tu sustancia
–segunda persona que te mira, en fin, abiertamente.

 

cuatro

Como un espectro, pero más todavía,
como una generosa emanación,
coloide o ectoplasma contra el azul desconcertante
del cielo y las paredes infames
del encierro escolar en donde, sin embargo,
suele ocurrir el milagro de esos encuentros,
el adolescente que se descubre en el espejo
de la amistad empieza a entender esas aguas:
la segunda persona, tú, vosotros, usted —y quiere
hundirse, ahogarse, bañarse en ellas
sin ese miedo que ahora lo ciñe como una mano,
sin esa rigidez que, acaso, habrá
de abandonar para iniciar la aventura.

Agua (nuevas versiones)

uno

Al fondo de la piscina, un hálito de amnios,
esa levedad luminosa de limbo
que uno guarda en la memoria profunda,
más allá de la prosa de los calendarios.

La fiebre del agua primordial.

El baño de luz líquida es un perfume
que es una mano sobrehumana
por nuestros flancos y en los pliegues
del ávido cuerpo. Los roces profundos
y los abrazos tenues de una azul
y curva y carnal electricidad.

Nadar, beber. Las formas en ese limbo
se pierden y se ganan con una ondulación
más precisa que el rayo del orgasmo.

Agua de toda hora, agua que bebo
y nado, agua de cielo y tierra:
hondo y superficial edén,
fugaz energía, cascada, hielo.

 

dos

Derramada. Largamente pasiva
cuando la mano entra con una caricia
de fecunda locura. Los dedos
rompen la superficie que reflejaba
el rostro —y penetran y tajan. Se abre
el fértil alveolo. Las junturas son labios
que se abren cuando meticulosamente
se derrama. Derramada, pasiva,
con una mano adentro que la divide,
la taja, la penetra. Visiblemente
hecha cuerpo. Fluye ahora, después
—siempre hay un Después
en su fluencia, su túnica de brillos.

 

tres

Es el espejo de Dios, un espejo
que fluye y se remansa. Es una superficie
movediza para la divinidad-naturaleza
que sueña su sueño de tierra y cielo
con furia, con dulzura.
En este espejo están las imágenes
de sus avatares y sus metamorfosis.
Reflejo, imagen: donde la imagen se toca
con el cuerpo que la proyecta
hay una delgada capa de divinidad,
una película hecha de aire,
luz, fuego y agua.

 

cuatro

Una gota cruza el olor del incienso.
Una gota de agua. Tiene
el color del acero y la flexibilidad
de los juncos y la agudeza
de Excalibur y el brillo
de unos ojos amados y la frescura
de la piel y la fluidez
de ríos soñados en reinos lejanos.
Al tocar el olor del incienso
despierta en los sentidos
extrañas y precisas imágenes
que puede uno ver, oler, tocar,
gustar y escuchar con una avidez
principesca. Si no hay agua,
si no hay alguno de los atributos
del agua en la experiencia —habría
que asentarlo como una máxima—,
no hay sinestesia posible, no puede
haber mezcla, fusión
y encendimiento de los sentidos.

 

cinco

Pequeño homenaje a Fernando Ortiz,
estudioso cubano de los huracanes
y su mitología

Del mar llegan las imágenes
de heroicos regresos y de viajes
épicos. Del mar llegan
los ciclones, las tempestades.
Del mar llegan los huracanes.
Para mí fueron palabras y sólo palabras,
con involuntaria ironía hamletiana,
hasta que en una isla del Mar Caribe
pude entender el poder de la atmósfera
y la fuerza del mar y de sus vientos.
Desde entonces la palabra huracán
tiene un significado muy preciso
para mí: el poder y la fuerza
que vienen del mar, más allá
de las palabras y sus sentidos
—pero que las palabras tienen
que saber levantar para nosotros
y expresar cuando hace falta, sin ligereza,
tocadas por lo que la magia debe inspirar,
con un ligero toque ceremonial
y una sonrisa ante nuestra pequeñez.

 

seis

La materia se hunde con un ruido
de claroscuro hasta la empuñadura:
la rodea el agua oscura y el agua clara
la rodea con un puntual abrazo.
El vaso de Gorostiza es una imagen
de universo. La materia viva
y la materia inerte vuelven
a su origen, la Nada, en el poema:
una pulsación de apocatástasis,
circuida por un fluido azul. El agua, el vaso,
la muerte, el jardín, los peces. Pero sobre todo
el goteo de las palabras, la líquida
ondulación y la resonancia
de las palabras, de las palabras solas,
en la red fluvial del largo poema.

 

siete

Vuelva el agua a sus círculos
y a sus imprecisiones: como una mano
que dibujara rostros ajenos
pero minuciosamente recordados,
traza el laberinto de su derrame fractal,
de sus prodigios lentos. Vuelve
y volverá, siempre, en cada momento
del camino, para tu sed, para tu frescura,
para tu iluminación material. Ω

David Huerta es un poeta y ensayista nacido en 1949 en la Ciudad de México. Estudió Filosofía, Letras Inglesas y Letras Españolas en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM. Ha colaborado en revistas como Proceso, Fractal y Revista de la Universidad. Ha ganado los premios de Poesía Carlos Pellicer en 1990 y el Premio Xavier Villaurrutia en 2006. Fue becario del Centro Mexicano de Escritores (1970-1971), de la Fundación Guggenheim (1978-1979) y del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes (FONCA). Entre sus libros publicados se cuentan El jardín de la luz (1972), Versión (1980), La sombra de los perros (1996) y La calle blanca (2006).