CARLOS LÓPEZ BELTRÁN

Hombres Desarbolados

 

 

HOMBRE DE PASO

 

Nadie supo su nombre en Filadelfia.

Sobre la cama rastros: lentejuela,

restos tornasolados de una esfera,

trusas que delataban corpulencia.

 

Nadie lo vio salir de madrugada

no hay recuerdos de ruidos ni registro

en los quince videos del edificio.

Una huella borrosa en una aldaba.

 

Lo imaginan comprando con cuidado

cuerda, alambre, cinta de aislar y pilas.

De corbata y sombrero haciendo fila

en más de un mostrador y en un estadio.

 

Nadie reconstruirá de lo que queda

su ruinosa visita a Filadelfia.

Gritos, roces, heridas, pestilencia,

se disgregan detrás como su estela.

 

 

 

HOMBRE HECHIZADO / CHINGADO(1)

 

Se echa a gatear anestesiado y lerdo

sobre la frasca del despeñadero

 

pende de horquillas y del balbuceo

en penumbra elegía su paseo

 

a tientas cantos cardos y en su cuello

pruina de alcohol el peso de sus huesos

 

sin retirada arrodillado entuerto

gotea humor vitriolo en los helechos

 

peinan su alma púas tensos brezos

cuando cruje el horror y el embeleso

 

devora al arrepentimiento

el gato reverbera vivo y muerto

 

 

 

HOMBRE CON TRAJE A CUADROS

 

Arrancó el cuadro de la pared

Y lo tiró por la ventana

Los viandantes hicieron un cuadro

Roto alrededor del hecho

Uno llegó con su brocha y su

Tinta de cal y trazó el perímetro

Gordo y cuadrado que los contenía

La policía acordonó el área con un listón

Listado y ya ninguno pudo declarar

Luego llovió y llovió y luego se detuvo

(Todo esto en blanco y negro y los cuadritos brincando)

Los periodistas no acudieron

A documentar el cuadro

Y escribieron con rumores y vestigios

Ninguno supo acomodar el pedacito

En que un transeúnte trajeado

Le murmuraba a otro

Eso que está haciendo él

Lo estoy soñando yo.

 

 

 

EL HOMBRE QUE SE VOLVIÓ (Y SE FUE)

 

Ella mira su rostro inquisitivo

Iluminado por un sol oblicuo.

Él se acerca a milímetros del vidrio

–escurrido, opaco– y se evapora.

Ella sembrada en el cristal, en la tiniebla.

Él nadando en la luz de la mañana.

Ella cimbrada pero inmóvil y aterida.

Él inquieto y reculando sorprendido

Ella ya condenada a recordar estos segundos.

Él a olvidarlo todo.

Ella ya no distingue día y noche.

Él ya se expande hasta ocupar todo el vacío.

Ella queda silueta, brillo, pensamiento,

Y cuando sueña sueña con los rasgos

Inquisitivos, limpios, de aquel joven.

Él.

 

 

 

HASTA QUE POR FIN

 

Sale a comprar el cielo una mañana.

Le devuelven tres céntimos apenas.

Bien doblado lo trae entre las cartas

que olvidó remitir y las naranjas.

 

El cielo que encontró tenía nubes,

Y hubo que desmigar pues los relámpagos

le dan un mal sabor a la comida

y hacen pelear hermanos contra hermanos.

 

Pone un fleco de cielo en cada viejo

candelabro o espejo. Esfuma el resto

en los umbrales y los pasadizos.

 

Pasa luego la noche muy atento

al ronquido de un mar entre la duela

sin saber si al final viene el silencio.

 

 

NOTAS

 

1 Con guiños a Roberto Bolaño y Schrödinger.


Carlos López Beltrán, “Hombres Desarbolados”, Fractal nº 48, enero-marzo, 2008, año XII, volumen XIII, pp. 15-20.