Alberto Blanco

Teorías

 

 

Teoría de la gravedad

 

 

Si voy por una carretera
subo y bajo, según la forma del terreno;
ya doy vuelta a la derecha,
ya a la izquierda.

Antes se decía:
si sube es que es atraído por el cielo;
si baja es que es atraído por el infierno.
Si da vuelta a la derecha
es porque disfruta de las ventajas del sistema.
Si da vuelta a la izquierda
es porque ha comprendido
la función revolucionaria del proletariado.
Alguna explicación había que dar.

Hoy se dice:
no son las fuerzas de atracción
las que mantienen unidas
a la tierra y la luna,
a la tierra y el sol.

Es la forma del espacio,
no la atracción ni la masa ni la distancia.

Es la forma del espacio,
y sé que no parece una explicación...

Pero, es la forma del espacio,
nada más.

 

Teoría de la relatividad

 

Los problemas no se resuelven,
sólo van ocupando menos y menos espacio.
Los problemas son reales, pero tienen límites.
Los problemas no crecen,
lo que crece es la conciencia de ser,
la visión.

Los problemas cambian constantemente de forma.
La visión no; conserva siempre
la misma forma,
pero cambia de tamaño.

Por eso resulta correcto decir
que sólo el error cambia,
como también es cierto
que la visión es totalmente fluida
y que allá fuera hay un viento terrible
y que su capacidad de transformación es asombrosa.

 

 

 

Teoría de la luz

 

La paradoja de nuestro pensamiento
consiste en que –al igual que la luz–
exhibe una doble naturaleza:

Por un lado, es como un tren de ondas
y, por el otro, como un río de partículas.

Así, nuestro pensamiento contiene en sí mismo
dos posibilidades paradójicas infinitas:

Crecer hasta ocupar todo el espacio
y llegar –como las ondas de un estanque–
a cubrir la inmensidad de la mente;

O reducirse hasta ocupar el espacio mínimo,
como un arduo foco reconcentrado
en su naturaleza particular.

La brillantez de esta micra imposible
es lo que vemos;

La claridad de este inmenso espacio vacío
es donde vemos;

Pero la verdadera paradoja somos nosotros:
los que vemos.

 

 

 

Teoría del color

 

 

Cuando todo parecía ya visto,
cuando la revolución de los acontecimientos
tomaba la curva final para entrar a un nuevo ciclo
y el Eterno Retorno daba seguridad al hombre,
¡apareció el Espectro del Visible!

Y se vio entonces que el rojo y el violeta
no cerraban un círculo cromático...

Así, pues, resulta que antes del rojo
no está el violeta sino el infrarrojo.

Y después del violeta
no está el rojo sino el ultravioleta.

De tal manera que no es del todo cierto
aquello de que "en mi final está mi principio"
como tampoco es cierto lo contrario.

Antes del principio están las bandas del Espectro.
Después del final están las bandas del Espectro.

Y quién sabe si las bandas vuelvan a tocarse en algún punto.

 

 

 

Teoría del calor

 

Es un hecho bien conocido que en la naturaleza
los mejores combustibles son materiales
que son malos conductores del calor,
como –por ejemplo– la madera.

En cambio los mejores transmisores de calor
suelen ser muy malos combustibles,
como –por ejemplo– el hierro.

Sucede lo mismo con nuestras emociones:
aquellos que son capaces de transmitir sus emociones
difícilmente se consumen en ellas.

Pero los que no permiten que sus emociones fluyan
corren el grave riesgo de estallar.

 

 

 

Teoría cuántica

 

I

 

El calor irradiado –lo mismo por una fogata campestre
que por las explosiones atómicas al centro del sol–
no forma un flujo continuo:
se parece más al latir del corazón
que al pausado tránsito de un río,
porque la radiación procede por saltos cuánticos.

Tal vez nuestro conocimiento
proceda de la misma forma.

Que en el campo de la física
se haya asignado números enteros
a cada uno de estos saltos,
y que en las distintas tradiciones
existan rituales de iniciación para cada pasaje,
en nada altera el fenómeno fundamental.

Los círculos en el agua clara
se desplazan a partir de la piedra que cae
pero la profundidad del estanque permanece inalterada.

El corazón pulsa por saltos
pero la circulación de la sangre
es una sola y continua realidad.

 

 

II

 

En un tiempo se pensó que los electrones
eran como planetas girando alrededor de un núcleo
–un sol central– y que a su movimiento y a su velocidad
correspondía una órbita, naturalmente.

Sin embargo –para nuestra gran sorpresa–
la teoría cuántica propuso que los electrones
–a pesar de tener movimiento, velocidad, etc.–
¡no tienen órbita! ¿Cómo es esto posible?

Si observamos al microscopio electrónico
un átomo de hidrógeno (el más sencillo de todos)
veremos que la luz misma del instrumento
provoca que su único electrón absorba energía,
se excite, y se salga de su órbita...
y esa otra órbita nunca la conoceremos.

La teoría cuántica nos propone
–a diferencia de la mecánica clásica–
que puede existir movimiento
sin trayectoria, sin recorrido y sin órbita.

Al menos, sin un camino conocido,
y –lo que es más importante–
sin un camino que se pueda conocer.

¿No es esto la poesía?

 

 

 

Teoría de conjuntos

 

 

En un cuarto a oscuras se enciende una vela.

Todo lo que en ese cuarto existe
se ve de pronto iluminado por un flanco
y proyecta sombra por el otro.

Todo lo que tiene luz tiene sombra.
La luz y la sombra van de la mano.

Pero, si la llama misma no tiene sombra,
¿De veras tiene luz la llama de la vela?

 

 

 

Teoría de fractales

 

 

En la naturaleza sólo existen dos tipos de seres:
los grandes y los pequeños.

Los grandes son siempre lo que son.
Los pequeños son símbolos.

Claro que hace falta saber
grandes con respecto a qué...
y chicos con respecto a qué...

Todos los seres son grandes con respecto a algo
y todos son pequeños con respecto a otra cosa.

En otras palabras:
todos los seres son grandes y pequeños a la vez.

Son lo que son
–somos lo que somos–
y a la vez y siempre, símbolos
.

 

Alberto Blanco , "Teorías", Fractal n° 6, julio-septiembre, 1997, año 2, volumen II, pp. 33-44.