CONRADO TOSTADO

Lucha por un yo

 

 

Muchas voces, quizá sueltas, quizá insinuadas en sílabas, en medias palabras, buscan a sus yo en la escritura. Y por lo general, cuando la creación es buena, lo encuentran. De eso se trata .

De modo que puede verse a la escritura como el campo de lucha por un yo ? por muchos yo.

Pero esos yo que hablan en lo escrito no son, desde luego, el yo del autor ?unque a veces hablen en primera persona. Son otros . Y aquí radica un prodigio que no porque ocurra a diario y a la vista de todos resulta menos enigmático, menos insondable. Diría que es deslumbrante: estamos ante una transfiguración .

De lo que se habla menos es de cómo, al escribir y a la par que esas voces buscan a sus yo, el autor destruye o lucha contra su propio yo .

No podría ser de otra manera, ¿verdad? ¿Cómo transfigurarse sin dejar de ser?

Quizá la escritura misma sea una lucha contra el propio yo, una ruptura liberadora; quizá esos otros yo luchen a muerte contra el propio yo; quizá -¿por qué no?- superen, resuelvan una lucha que ya se libraba antes de escribir.

En fin, vista desde el ángulo del propio yo, la escritura arroja una sombra larga e inquietante. Desgarradora.

Por otro lado, si bien desde los primeros románticos, en el siglo xviii , el yo se inscribió con fuerza en el corazón mismo de la escritura, en el siglo xx se interrogó como nunca la relación entre ese yo literario y el propio yo.

Sólo dos casos: Michel Leiris, para quien la escritura misma no era sino una suerte de tauromaquia consigo mismo y los estudios psiquiátricos que siguieron al encarcelamiento y más tarde a la hospitalización de Ezra Pound.

También se podrían aludir, aunque en otro plano, las discusiones acerca del grado de responsabilidad del autor sobre lo que dicen o hacen sus personajes, lo cual roza al tema de la censura y a las apasionantes cuestiones jurídicas que involucra.

En México, durante siglos, se ha escrito para ocultar al yo. Sí, la literatura mexicana está repleta de libros de memorias. Pero eso se debe a los mismos motivos por los que nuestras calles están llenas de estatuas. Hay demasiado bronce.

Falta luz.

De allí que este ciclo de intervenciones públicas, de lucha libre, Yo contra mí, se proponga dilucidar, adentrarse en ese gran campo de sombra de las complejas, asombrosas y muchas veces conflictivas relaciones entre los distintos yo literarios y el propio yo, del autor.

Cuando hayamos entendido algo de esto, la literatura será menos una artesanía de palabras y más un proyecto de liberación.

Y el ejercicio de la crítica habrá tocado un punto sensible, insólito en nuestro espacio público.


Conrado Tostado, "Lucha por un yo", Fractal nº 32, enero-marzo, 2004, año VIII, volumen IX, pp. 43-44.