DANIEL SADA

Una visión cartográfica

 

 

 

 

Nubes: El delgado sopor de una tibieza
sobre el globo terráqueo de juguete
en abandono; en iris el recodo (contrahecho
de por sí) trasero pues: donde: nomás la escoria
(entre tenebras) es un restaño (aleve)
de olores que no cambian. En cambio se fermentan
colores deplorables, transitivos, o lindes
(marchamares) a la vista, no a prórrata
de emplastos –llámense secundarios
o llámense veniales–, sólo para una burda
repasata que todavía ¿quién sabe?

 

Hasta el rincón-emblema habrá de ir
La candidez que irrumpe a velis nolis
¡mal!... Y el mapamundi en cierne
se esferea de grado en grado (impuro)

(a la deriva)

en la enorme penumbra: donde... ¡sí!:
el niño y su cautela de "ahí está el quid",
cabal, al "dando y dando": ¿cómo?,
si todavía se infiere
a duras penas
que nada es adyacente

Será después de una hora
de vibración, o nunca. Aunque...
al margen del tiempo
el sueño en su accionar
escena tras escena
encuentra una destreza
ilógica: ¡tenaz!: de nubes
que transitan de reversa

 

Cumplido el hacimiento –si la imaginación
aspira ser quimera– sólo basta que jueguen
las niñas de esos ojos... El niño
y su ¿apetencia?...

 

Espejea el orbe, uy,
lineazos tabarreros
–esto es como adelanto–
que dan cobijo
a lo que está pasando

 

Las nubes empujonas de todo lo aledaño
empezando, por ende, con los deseos
de ver para tocar

 

Una idea de avidez son esas manos trémulas
que tocan el contorno de mares, tierras,
luces, desnudeces, millones de millones
sin cesar

Mero acopio de sombras
de trazos que constriñen
y olvidos por venir

 

Por lo mismo se infiere
lo de la rotación
Es un capricho y ¡dale! --------------(el niño escuchará
De prisa más, más, ¡más!, -----------esta voz de fantasma
hasta que los colores -----------------puesto que le conviene)
se hagan uno, cual delgado
sopor de nube correntía

 

Y ahora sí que la escoria se adultere,
se quede como emblema –redondo como un hado–
toda vez ¡ojalá!, que el iris del recodo
pierda velocidad

 

¿La perderá?

 

Urge que Dios haga algo, pero ¿cuándo?
Otra invención de nubes, desde ¿dónde?
la última, quizá

 

 

 

¿Qué es la música?

Tramando el regusto durante aquel momento
cuando mis caricias perdieron el rumbo
Hubo impedimento

Esto es, para poder seguir en lo que estábamos,
Matilde me pidió que cerrara la ventana
y fui

La música vecinal
en el multifamiliar
puro jazz al sube y baja,
osado lío de chinadas
piteramente arañón

(en principio, tal frangollo)

Flotante la enemistad
Desamores contra amores
Florosos los decibeles

cateadores

(y el sudor y la saliva
hilo con hilo: era el plan
Lo amoroso pretendido
La ilusión ¿a la deriva?)

Íntimo y somero idioma
ese departamental
Palabritas al oído
no nuestras,
sí vicio ajeno
inacabado, difuso...

Mezcla, mezclita truqueada
Buena o ¿mala voluntad?

Es que la rebamabaramba se filtraba cual casi nada
Un Bach turbio junto a El Límite
y ambos memos, discordantes
junto a unos Rolling ganosos
y una Paquita engolada,
regañona, y un Sabina
medio regañón también

Borlote fiero: gentilidad
leal de asegunes tan pitofleros
a erre que erre...

Trance de gresca
reclamadora
Voces vecinas
Ludas rodajas

Y el filtro como dibujo,
como potencial caricia...

(como que no
y luego sí)

En virtud de...

Melifluo sosiego ansiado a cercén
Reiniciar caricias con toda lealtad
faldeando a la tupa por dentro y por fuera
Chula morenez así y asá pues
Piernerío plausible: otrora una idea,
o manos que inventan un afán contento
Mas de nueva cuenta hubo impedimento

Es que Matilde deseaba más tranquilidad, más romanticismo,
es decir: bien lento: bien antimoderno y, desde luego menos,
mucho menos fragor

Pretextos, pretextos
Total: ¡qué desprecio!
la merma de ardor
yéndose hasta el suelo
y el progreso ¿cuándo?

Y luego que no
que el sida
que "¡válgame!"
que un niño
pues no

Enojo final

En tanto ese Bach y aquella Paquita

(adios y portazo)

Agréguese a El Límite, más aún a los Rolling

(solo me quedé:
corazón de palo
yo quería tener)

Y Sabina ¡buuu!, y toda esa música
vecinal, confusa como enjambre amargo,
se fue diluyendo junto con Matilde

Lo sentido adrede... ------------(despuesito, ay)
Musical a fuerzas
a modo de tacto
devino el silencio
como una caricia
de amor inexacto

El caso de una minucia

Observo que gira impertinente un alarde casual
–si al taz a taz, si grave– y a fuerzas extenunente;
por ende se perfilan sus planos

descompuestos

dando caras al sesgo

escolimado

adrede

por lo mismo: picante es el comienzo
sobre la tosca barra de cantina:
¡sí!: bajo la media luz
no en tela y no flotante

De hecho, trastoco el giro, alerta todavía,
o al garete, en azul: contrahaz de una ilusión óptica
que desarregla toda consonancia casi a conteste
contra...

en rojo podría ser
si el verde es lo que espera
y en ocre no acontece

Tanto congrego una moneda errátil y tantas intenciones
insinúa

El tiempo es el que apremia y el que aplaza
y el que se desvanece a base de pingajos,
en hilo pertinaz: caído en redondel
en blanco y negro al fin

Pero viene un sopapo, diestro acaso, y el efecto-desastre
da opciones: sendas tristes, cosa de imaginarlas irisadas
a plomo: sucinta impregnación de aromas a cercén: de los
muchos que hay en una selva equis: para recomenzar...

Pues de hecho la moneda viajó de tapadillo
hacia... ¿otro tintineo?... Hacia las tongas verdes
tan acompletadoras

Del bolsillo salir
mísero alarde apenas
seductor...

ante una dimensión
erguida hojeando
a modo

¡Pues manos a la obra!

Sirvió para un volado no muy de agobio
de aire en ventolera. Fue cálculo divino
porque cayó de canto. Filo en serio
argentino

Y otro intento imprudente
para el águila o sol
Sol fue. Sol desgraciado,
níveo. Atracado fulgor
en una mano caqui
y pisiforme, la cual ganó,
pues fue la de la treta

De ahí en adelante no hubo, ya no digo un alarde
giratorio, cualquier amago inútil, subconsciente
Siquiera que sirviera como alzaprima un día. Era
adrede quimera, o sea

no apta

o sea

no era ni fue

¡sino!

repetición

y aún más

 

cacofonía

Talmente años tras años: desgaste funcional
La demasía de manos y de prisas hasta ser
una moa de colección

sesuda

sujeta a pormenores
de indagatoria
turbia
subiendo de valor
a contracurso

Su venta: tope fue. Su brillo mate: un ascua
para bien. De sobra el potencial: tan suyo,
tan antiguo. Giros. Volados. Ergo: la hartura
de vivencias: en circularidad: los ene rego-
cijos: en asperges: también: los ajados ejem-
plos a la diabla: tan deliciosos todos...

pero el mugre destino de la moa se habría de fascinar
al fin y al cabo con la niebla virtual, de suyo
ambigua, tan cabezuda: pues: del comprador: un tal,
un trafalmejas que en un lance romántico a las claras,
donoso ante su amada, lanzó la moa a una fuente y ¡cuas!:
el baque ¡en sí!: medio mostrando caras tras un deseo
de amor

Amor, ¡amor!, ¡pues sí!: ceguera amarillenta
Ganancia aparte ¿no?, tan por encima, contra
la perdición: dizque: en el fondo

Estrías
en el aguaje

Tinta para el afán

Giros

Volados

¡Basta!

Aunque...

Siquiera

Todavía

Como alzaprima...

Las minucias no mueren, ya se sabe,
aunque sí en apariencia, talmente
de vencida, porque son aparentes
y quieren serlo más
Luego: si acaso se transforman
deberán ser gigantes,
y si gigantes son
se gastarán
Y si giran y giran
o vuelan por los aires
tal vez serán eternas,
pero nunca aparentes,
según yo

Daniel Sada, "Una visión cartográfica", Fractal n° 16, enero-marzo, 2000, año 4, volumen V, pp. 31-40.