PEDRO SERRANO

Les Marimbas del’Exil

 

I

Los siguientes poemas fueron escritos para la ópera Les Marimbas del’Exil/El norte en Veracruz, hecha en colaboración con el compositor francés Luc LeMasne. Las versiones que presento ahora no son exactamente iguales a las del libreto, sino que son textos que al trabajar con el compositor, hubo que adaptar, modificar y traducir. El diálogo entre Don León y Thomas, en el libreto, es todo en francés, y es mucho más reducido. El diálogo entre la Bruja y Thomas fue escrito originalmente en francés para Thomas y en español para la Bruja. Finalmente, el diálogo entre Thomas y Lucía es casi una versión exacta del que aparece en el libreto.

Esta ópera narra la historia de Thomas, un francés que llega a Veracruz sin saber español y que poco a poco se integra a la vida del puerto. Más que contar una historia local, mi intención ha sido la de representar en escena, a través de un extranjero que llega a una ciudad desconocida, el proceso que va de la incomprensión de lo otro a su posterior aceptación e incorporación en una historia personal. Es la narración del exilio, pero también de la acogida; del desencuentro al encuentro.

La ópera no puede seguir siendo, en esta época, una obra principalmente musical para la cual el libreto es un borrador sobre el que el compositor levanta una estructura, sino el diálogo creativo, y muchas veces difícil, entre dos lenguajes artísticos diferentes. En ese sentido, la escritura de un libreto presenta dificultades propias. No puede ser un texto puramente dramático, o poético, o narrativo, pero tiene que poder moverse en esos tres terrenos con habilidad para, precisamente, resultar necesario. Sólo si esto se logra la ópera seguirá siendo un arte actual.

Los diálogos aquí incluidos ocurren en momentos determinantes dentro de la historia del personaje, y representan uno de los lenguajes encontrados para expresar algunas de las situaciones con las que éste se encuentra. Don León es un descendiente de antiguos inmigrantes franceses radicados en el norte de Veracruz, y el hecho de que hable francés va a ser uno de los elementos que ayuden a la integración del personaje principal. La Bruja es al mismo tiempo un personaje mágico, como su nombre lo indica, y un desdoblamiento de los miedos de Thomas. Finalmente, Lucía es una mujer a la que Thomas encuentra en esta aventura y con la cual establece, en este diálogo, una relación en la que ninguno de los dos individuos es convertido por el otro, o por sí mismo, en un estereotipo.

PS

DIÁLOGO DE LA LLEGADA

THOMAS
Llego y camino solo y más solo. La ruina de mí. La calle y sus ruidos. Tiemblo de frío, lamo mis manos, lloro de no tocar, de no ser nada. No soy este muro que me cubre, no soy esta calle, no soy esta gente. No soy, tampoco, nada de lo que era. No soy mi rutina, mi café, la comida en el bar. Mis amigos se han hecho aire, ruidos informes. ¿A qué sabrá ya el vino, las risas de mi casa, las voces conocidas? Se me atoran en la garganta y el oído, se me atoran en el cuerpo y en la cabeza, se me atoran en esta ciudad de vientos y basura, en este mar corrompido en el que me estoy convirtiendo. Desgarrado como estos vientos, helado como esta lluvia, solo como el ruido oscuro de estas calles de muerte.

Ah, mi casa, mi casa, mis muebles, mi calle, mi vida. ¿Dón-de quedó mi vida? El calor del hogar, la amargura suave del pan, la piedad del vino, la suave fibra de las voces diarias y conocidas. No veo ya los rostros, sólo oigo el aroma de las voces que llegan, que me hablan como el olor del viento en el campo, como el ruido raudo y tranquilo del río. No hay gente, no hay éste o aquélla, sólo la paz de la infancia, ese sentir que todo te quiere. Ese sol natural de la infancia. Y aquí y ahora esta noche de frío ajeno, estos ruidos ajenos, estas caras adustas y extrañas, estas paredes hostiles, este frío contra mí y sólo contra mí.

DON LEÓN
A mí me pasa a veces todavía, que no sé dónde estoy. Y tengo sueños, y viajes y osadías. La vejez es un mar ya en calma, en el que las corrientes se van al fondo, muy al fondo, pero incluso allí siguen dando sobresaltos. No se notan, pero están.

THOMAS
Todo es confuso. De repente hab'a el sol y la risa de la gente. Luego el vac'o. La lluvia y la tormenta borrando todo. Los golpes en la cara y en el cuerpo. Cualquier rinc--n que yo encontrara me persegu'a. La lluvia es un laberinto vertical. Camin? por las calles sin hallar cobijo. Sal' al mar y era un empedrado oscuro. Un ruido extendido iluminado a veces por los rayos. Me regres?. Quise guarecerme en algoen lado. Todo era lluvia. Como si el mar se hubiera volcado hacia arriba.

DON LEîN
As' son estas tierras. Azules unas veces, oscuras otras. Llenas de juegos y risas, y luego r?fagas de violencia, pistoletazos de dolor. O lo que es peor, el silencio que devora las voces y las lenguas. El olvido de todo. El rencor sordo y pertinaz. S', como la lluvia.

THOMAS
Ah, pero todo se extiende as' como si nada. Como la nada sobre mi alma este mar de vac'o. Hecho s--lo de ruido, vertiginoso y falso. Un tumulto de nada y aterido. ÀAs' es la vida? Un ron calienta el alma y la recupera. Hace que disminuyan las ansias y las penas. Rueda el calor por las venas.

DON LEîN
As' son las cosas del mundo. Es duro regresar a uno mismo. Los bordes de las manos, las esquinas del cuerpo. Primero uno se siente como un muro rasgado, como pared enorme en donde rebotan la lluvia y la vida, como vara desnuda y sola, carrizal de intemperie. D?jate estar. Deja que lleguen los nuevos ruidos, los ?vidos espacios, el rechazo al sabor y luego la aventura de la salvia. Deja que llegue, que te pegue como esta lluvia te ha golpeado, que te llegue la realidad que hoy eres toe, esta tierra maciza y espinuda, este orégano y esta pimienta, este bailoteo que a veces sabe a sacudidas y si uno es sabio, a amor.

THOMAS
Siento que me hundo, que todo esto es un pantano y yo la vara seca que se hunde en este lodazal, esta marea de hojas y de lluvia. Es el ahogo de olores perdidos, la traición solapada, el sabor agridulce de la media mentira, tamarindo de angustia, renegrida lámina chirriante, guerrero en una cruzada de alambiques y cristales cortados. Se me doblan las piernas en este lodo amargo y mentiroso.

DON LEÓN
Déjate estar. Hay que caer en uno como la harina en la masa. Es cosa de tiempo y de calor que el pan se haga, que se hinche, que la vida vuelva al cuerpo y se haga hogaza. Es muy duro llegar. Con esta lluvia pertinaz pensaba en mis abuelos. Cómo bajaron de los barcos casi sin saber cómo era el mar. Venían del frío y del interior. Y de repente, con hijos y con trastos y sus pesadas ropas de invierno, y sus hábitos y costumbres, al lado de este mar que hoy está en calma, y mañana revienta, de este mar en donde a veces sólo vive la luna, arriba, sobre un mar hecho cuerpo para ella, entregado el mar a la luna, y allí, en esa luz de paz, pasan los peces voladores como cristales de vida, como luciérnagas de amor. Y luego todo revienta. Soplan los vientos y las aguas se alzan, y no hay nada, hasta la misma tierra desaparece. El mar se mezcla con la lluvia e invade lo que unas horas antes creíamos tierra firme. Y se caen los techos y los árboles, y arrasa como un motín las pocas construcciones, y se lleva a los niños y a las vacas, y allá aparecen muertos, de regreso. Y hay que enterrarlos, porque de nuevo el mar se ha retirado, el mar vuelve a ser mar, la tierra tierra, y hay que empezar de nuevo con la vida, bajo este sol que apenas ayer ya no existía, y que allí está de nuevo, sí, para enterrar, pero también para volver a ser en el calor y el amor pasto de vida, sueño de espigas y aire, cantos redondos de la convivencia y la sonrisa. Así llegaron mis abuelos. Unos murieron, otros se quedaron. Y sobre las piedras de la ruina levantaron campos y sembraron casas. Y el río volvió a ser río y orilla las orillas. Y tuvieron más hijos, y plantaron sus primeras tumbas.

LA BRUJA

BRUJA
¿A dónde vas tan rápido?

THOMAS
No lo sé, estoy perdido, no lo sé.

BRUJA
Así no se puede ir en la vida.

THOMAS
Y si no así, ¿cómo entonces?

BRUJA
Con los pasos contados,
uno por uno, uno tras otro,
siempre sabiendo dónde pisan,
dónde acomodan.

THOMAS
Estoy perdido pero me encontraré.

BRUJA
¿A dónde vas a llegar?
Te hundirás más y más y más y más.

THOMAS
¿Por qué dice eso?

BRUJA
No estoy lejos de tu miedo.

THOMAS
¿Usted? ¡No me haga reír!
Usted no sabe nada, es una bruja, ¡déjeme!

BRUJA
¿Tú qué sabes lo que es una bruja?
¿Tú qué sabes del tejido del mundo?
Crees que puedes andar como si fueras de aquí.
¿Qué es lo que no quieres oír?

THOMAS
Usted no viene de ningún lugar,
con sus risas y muecas, como si me conociera.
Usted sale de la noche y me empuja a la noche.
Usted habita lo negro y me llama a lo negro.

BRUJA
Yo sólo vengo de donde tus pies andan.
Yo no soy nada que tú no hayas puesto en mí.
Si me ves oscura me has hecho oscura,
si me ves carcomida lo carcomido está en ti,
si sientes en mis palabras
un hedor insoportable,
este hedor viene de tu aliento.

THOMAS
¿Y por qué llega ahora? ¿Por qué me persigue?
Sé que me he equivocado
que me he volcado en la miseria y la rabia
y el dolor puro de los celos.
Pero todo eso está atrás.

BRUJA
Contigo trajiste las perlas negras de tu vida.
Las llevas en el cuello y allí te duelen,
las llevas en el corazón y allí te hundes.
En los pies llevas las piedras duras
del odio y del rencor y del miedo.
Caminas y cada paso se entierra en ellas,
a cada paso te lastiman más.

THOMAS
No necesito un abrigo aquí.
No necesito mis recuerdos ni mi lengua.

BRUJA
Lo que importa es lo que está en los huesos,
lo que te duele cuando caminas,
lo que te nubla la vista cuando imaginas,
lo que te atraviesa los oídos cuando oyes.
Este mar no va a limpiar lo que tienes enterrado,
lo que no quieres ver.
Por eso me odias,
porque yo estoy en ti.

THOMAS
Yo a usted no la he buscado.
Yo no la necesito.

BRUJA
Eso crees tú, eso crees tú.
Tú me conoces desde siempre.

THOMAS
¿Y eso qué significa?
¿De qué me sirve lo que dice?

BRUJA
Te sirve porque no quieres ver.
Y me llamas a mí como te llamas a ti,
porque yo soy tu espejo y tu voz,
yo soy tus odios y tus rencores y tus pesadillas.
Sólo si me aceptas y me llevas contigo
podrás entender todo.

THOMAS
Yo no la necesito.
Aquí tengo amigos,
aquí he recuperado las ganas de vivir,
aquí usted es la muerte.

BRUJA
Si me dejas de lado voy a regresar,
y el rencor regresará conmigo,
y odiarás a éstos que ahora quieres,
y odiarás esta ciudad,
y volverás a odiarte a ti mismo
y volverás a huir.
Sólo si me llevas contigo y me atiendes
te podrás salvar.

THOMAS
El miedo todo está en mí.
No eres mi invento y sí lo eres.
Yo permití que tú llegaras.
Puedo inundarme de tu mal.
Qué importa ya saber quién eres.
Eres mis pasos, soy la vida,
hoy, esta noche, en este sitio.

ENCUENTRO

LUCÍA
Sólo hay pan en el mundo, trabajo.
Hojas de luz y agua,
haceres y quehaceres. Lunas de julio,
aguas de agosto, rabia,
diluida rabia y vida.
Vuelta del mundo sobre su propia bruma.
Aquí y allá la gracia y la desgracia,
pan y trabajo, mis pies bailan y barren, sal y arena.

THOMAS
Pan y trabajo. Vueltas de inviernos agrios,
pálido amor de la familia,
las muertes. Ir y venir,
piedras e hijos.
¿Estás aquí? ¿Sabes aún a ti?
Corren caballos en la nieve, ruedan muertos. Vivo, yo aquí.
¿Llegas? ¿Vienes a mí?

LUCÍA
Hago el esfuerzo de las hojas, crezco.
Aquí y allá las brumas y los miedos.
No sé lo que es la nieve,
ni sangre de caballos que caen muertos.
Pero sé las historias de la sombra,
los pasos dados, la rabia, lo tupido,
las cartas que se juegan y se pierden,
los pies que se detienen.
Miro la luz, te miro, es un asombro.
Camino a tientas y respiro.

THOMAS
Algo surge y florece. Algo llueve.
Ya no flaqueo.
No soy los mismos miedos.
Salgo del ácido capullo y vuelo.

LUCÍA
Algo se mueve en estas horas.
No la muerte.
Las aguas de la vida.
Las mismas aguas dan a luz al mundo.
Aquí yo estoy, te miro, me conmuevo.THOMAS
En lo oscuro del mundo el mundo crece.
En silencio. Las flores surgen de lo oculto.
Un suelo de simiente y hojas muertas.
El aliento del mundo es tierra fértil.
Aquí estás tú, aquí estoy yo,
vivimos.

predrosc@servidor.unam.mx

 

 

Pedro Serrano, "Les Marimbas del’Exil", Fractal n° 14, julio-septiembre, 1999, año 4, volumen IV, pp. 85-96.